domingo, 10 de enero de 2016

Arar o no arar, ¿es esa es la cuestión?

El invierno es para este bosque de alimentos la etapa de trabajo más variado y creativo. Este año estoy liada plantando un segundo cortavientos -tres de unos quince ya están en tierra-, plantando los árboles que se me ocurran y donde se me ocurra -la era de los nogales está casi lista-, haciendo una nueva zanja empezando con árboles pioneros -aun en proyecto- y preparando nuevos depósitos para recoger agua -uno de los dos depósitos nuevos que he llevado ya está recogiendo agua-. No quiero que me pase como el año pasado que casi se me echó la primavera encima y tuve que andar corriendo, espero poder organizarme mejor.


Este es el depósito que más agua tiene. Ha sido un otoño muy seco.

Además de todos los trabajos anteriores, este año tengo un nuevo proyectito en marcha, otro experimento. Ando dándole vueltas al tema de la labranza, ¿es realmente tan necesaria para cultivar alimentos? De mis amigos Carmen y José Ramón de la Asociación Cultural Fuentevieja he aprendido que no. Y, sin embargo, llevamos miles de años destrozando los ecosistemas, poniendo la tierra en una etapa muy temprana de la sucesión para cultivar las plantas que nos gustan, y, para eso, no hay más remedio que arar sin falta, al menos una vez al año. Mi vecinos agricultores del pueblo, aran dos veces, porque la visión de una pobre hierbecilla que se atreve a crecer, aun después de toda la metralla que echan al suelo-, les pone medio locos.

Aun a riesgo de que este blog pueda parecer una traducción del libro de Toby Hemenway "Gaia's Garden" voy a volver a utilizarlo porque siempre ilustra mucho mejor que yo todo lo que quiero contar. 

"¿Arar o no arar?

Hemos visto que la materia orgánica mantiene el suelo ligero y esponjoso y fácilmente penetrable por las raíces. ¿Qué pasa entonces con los métodos mecánicos para abrir el suelo?.

El descubrimiento del arado se cuenta entre uno de los grandes avances de la humanidad. Los agricultores saben que arar libera la fertilidad encerrada en el suelo. Arar además limita la maleza y entremezcla profundamente la hojarasca con la tierra. Nosotros también hacemos esto cuando sacamos la motoazada del garaje y empujamos a esta bestia roncante por los arriates entre una nube de humo azul.

¿Qué sucede realmente al arar? Al batir el suelo, le estamos introduciendo aire fresco. Todo ese oxígeno vigoriza la vida de éste, la cual se concentra en ponerse en marcha, descomponiendo la materia orgánica y cogiendo minerales del humus y de las partículas rocosas. El arar también separa el suelo, incrementando enormemente su superficie, creando pedazos pequeños de los más grandes. Los microbios del suelo colonizan esas nuevas superficies, extrayendo más nutrientes y explotando en población.

Esto va muy bien en la primera temporada. El estallido de nutrientes alimenta un increíble crecimiento de las plantas, y la cosecha es abundante. Pero la vida en un suelo arado suelta más nutrientes que los que las plantas pueden usar y la fertilidad no aprovechada es lavada por las lluvias. Al año siguiente la labranza quema más materia orgánica, de nuevo soltando un exceso de fertilidad  que vuelve a ser lavado. Después de unas temporadas el suelo está vacío. El humus se ha ido, los minerales se han utilizado y la vida del suelo artificialmente estimulada se ha empobrecido. Ahora es cuando el jardinero tiene que renovar el suelo con fardos de materia orgánica, fertilizantes y mucho trabajo.

La labranza suelta más nutrientes de los que pueden ser aprovechados por las plantas. Además, el continuo golpeteo mecánico destruye la estructura del suelo, especialmente cuando se penetra en suelos muy húmedos (y como todos estamos deseando sembrar nuestras semillas, esto ocurre muy frecuentemente). Una labranza frecuente convierte los grumos de un suelo margoso en polvo y compacta los terrones arcillosos en dura costra. Y una sesión de arado consume más calorias  de energía que la producida en los alimentos cosechados en una temporada. Esto no es un acuerdo sostenible.

Es mejor dejar que el humus esponje tus suelos naturalmente y usar acolchados para aplacar las malas hierbas y renovar nutrientes. En lugar de soltar de golpe toda la fertilidad, a ritmo mecánico, podemos permitir que hagan ese trabajo las raíces de las plantas. Raíces exploradoras romperán los terrones de tierra a su debido tiempo, abriendo el suelo a la colonización microbiana, soltando los nutrientes a su ritmo adecuado. De nuevo, la Naturaleza es mejor una compañera que una esclava."




Si hacemos caso al amigo Toby Hemenway, la respuesta es clara: todo puede hacerse sin labranza. Realmente, aramos porque las plantas que cultivamos son pioneras en la secuencia de la sucesión ecológica, prosperan en terrenos donde no hay competencia y la tierra está suelta, con mucha luz... y aramos para sacar su fertilidad. Así contado, parece que el suelo fuera "violado" para arrancar su esencia más pura.

De Carmen he leído muchas veces cómo se puede plantar en suelos ricos sin arar, utilizando un pincho para ahuecar la tierra y es lo que he hecho. También veo en Facebook el trabajo de otra gente que simplemente se dedica a acolchar a lo bestia en otoño para que se forme un buen mantillo, he leído de uno que, mediante este sistema de acolchado, tiene el suelo tan esponjoso que puede meter la mano hasta el codo. Sin duda ese es un suelo donde las plantas pueden prosperar, y acolchar lleva menos trabajo que arar.

Así que vamos a ver que pasa, haciéndolo así. He acotado con pacas de paja un espacio dónde voy a hacer un experimento de varios años, a ver qué va pasando en el suelo cuando se le añaden capas y capas de acolchado a lo largo del tiempo.


Mi tesoro

Un vecino me ha vendido unas pacas de paja y me las ha llevado hasta el "bosque".


Comienzo a bordear el espacio

He sembrado ajos mediante la técnica del pincho pero en tres maneras distintas. En la primera (A) he quitado con la azada la capa de hierba superficial que es bastante dura, la segué este verano.

Prueba A: Sin capa de hierba, ajos plantados con pincho

En la segunda (B), he colocado encima de la capa de hierba todo lo arrancando de (A) y después he puesto un cartón. Se pincha el cartón, atravesándolo hasta meter la varilla bien en la tierra y se deposita un ajo en cada agujero. Hay que tener cuidado de que la punta del ajo quede mirando hasta el exterior para que cuando el ajo comience a crecer y pueda encontrar la salida hacia la luz. Si crece por debajo del cartón, dalo por perdido.

Pueba B: Se coloca cartón encima y se agujerea con pincho la tierra


Y en la tercera manera (C) se agujerea directamente la cubierta herbácea y se coloca un ajo dentro. En los tres casos he usado ajo morado (comprado en tienda) y ajo blanco del lugar.


Prueba C: Directamente sin desherbar y sin cartón, se hace el agujero en la tierra


A, B y C juntos, hasta el guante

Después se cubre todo generosamente con paja. Hay una parte libre en la que plantaré a final del invierno probablemente garbanzos y alguna otra cosa al principio del verano. Aun no lo sé, veremos.


Se tapa todo bien con paja. Hasta la varilla están los ajos.
El resto está libre, pondré alguna leguminosa en primavera.

Para acabar dejo este enlace del que me sorprendió su punto de vista. Si el trigo tuviera ego estaría muy contento pensando como tiene a miles de millones de personas trabajando para él, poniendo un montón de recursos planetarios para su beneficio y expansión. Como el trigo domesticó al ser humano.

Me interesa mucho aprender a cultivar sin dañar la fertilidad de la tierra. Las experiencias de Mavi en su huerta de Pastrana nos hablan de que es posible cultivar, manteniendo suelos ricos que no se empobrecen año tras año. Hay que intentarlo.

Actualización del 30/07/2016: Los resultados del experimento aquí.







lunes, 4 de enero de 2016

Plantando en la tierra del vecino: La era de los nogales

Junto a mis tierritas hay una era abandonada, pues ahora ya no es necesario trillar para desgranar. De vez en cuando le pasan el arado porque hay que ver qué manía tienen a la maleza, están obsesionados con tener la tierra desnuda, pero nada más. Hace unos 4 años planté un nogal en ella, justo en el borde con la mía y se lo comenté a los dueños. Como no les pareció mal, les propuse plantar unos cuantos nogales más en esa era. Delante de testigos les dije que no se preocuparan, que yo se los cuidaba y regaba pero que siempre serían suyos. Como son buenas personas y me tienen por inofensiva, aceptaron.

El año pasado sembré en una bandeja forestal unas nueces del valle de Tobalina en el norte de Burgos que son exquisitas. Tengo entendido que si se planta una nuez, de ella sale una copia del árbol origen, al no estar el nogal tan hibridado como, por ejemplo, el manzano. Han salido unos cuantos y aunque todavía son plantones pequeños de una savia, los estoy plantando este año. Creo que cuanto más pequeño es el árbol, menos sufre por el trasplante y como he visto que a los anteriores que he plantado les ha ido bien, ¡allá vamos!.

La era, como buena era, es bastante plana. El pueblo se encuentra en un vallecito, las tierras de labrar arriba en el páramo y las laderas están aterrazadas, formando las eras. El dueño recuerda haber rellenado con tierra los bordes de ésta para aplanarla, en aquella época en la que las cosas se hacían con ayuda de animales y a puro esfuerzo. Él me ha recomendado que los plante ahí donde la tierra es más profunda.

He estado valorando unir los alcorques donde van los nogales mediante zanjas, pero como la era es plana, creo que la gravedad no ayudará para llevar el agua hasta ellas, donde se colaría para aumentar la cantidad de precipitaciones capturadas por esa zona. De esta manera, los nogales se verían favorecidos. En fin, para hacer una zanja siempre hay tiempo. Cualquier consejo o crítica es bien recibido.

Y aquí, el documento gráfico, ésta está siendo la manera en la que planto los árboles últimamente:

Primero, preparo el alcorque

Después, dentro del alcorque, hago el agujero para el plantón.



He añadido posos de café para atraer a las lombrices

En la oficina me llaman "la cartones".
Esta capa frena la evaporación
y previene la salida de las hierbas adventicias.

Se remata con una buena capa de paja.

Aun me quedan dos sitios libres. En total habrá seis nogales

Viendo las fotos, veo que el protagonista apenas se aprecia. Los nogales son muy pequeños, no más de 5 cm. Juro que la yema apical sobresale de entre la paja. Aunque éste está siendo un año loco climatológicamente hablando, es una zona de heladas abundantes en invierno. La paja y el cartón harán las veces de cubierta herbácea y arbustiva como ocurre en la Naturaleza, protegiendo al joven árbol. Además, tengo comprobado que el nogal joven es un todo terreno, aguanta bien la sequía y el sol directo.

No me importa plantar en la tierra del vecino ni cuidar árboles que no son míos. Llevamos demasiados años dejándonos orientar por el individualismo y metiéndonos propiedad privada en vena, y ya vemos a donde nos estamos dirigiendo. Iré contando las andanzas de estos nogales. Suerte para ellos.