jueves, 11 de febrero de 2016

Zonas de rusticidad

Mientras buscaba plantas que pudieran sobrevivir en mi bosque de alimentos, me ha venido un pensamiento: la globalización, -entendida como esa posibilidad de disponer de bienes provenientes de cualquier parte del mundo-, también ha alcanzado de lleno a la permacultura. Aunque al contrario que la globalización, ésta dirige su atención a lo local, a la autosuficiencia, a la comunidad, en su diseños se introducen sin problemas plantas productoras de comida provenientes de cualquier parte del mundo. Tampoco es que sea algo original de la permacultura, la agricultura lleva miles de años haciendo lo mismo, transportando en su expansión las plantas más alimenticias o más sabrosas. Me gustaría saber qué plantas de las que están ahora en las estanterías de los supermercados han evolucionado exclusivamente en nuestros ecosistemas. Si ahora nos diera por aplicar alguna loca ley de pureza ecosistémica a la alimentación, igual no nos valdría nada de lo que se comercializa y pasaríamos hambre.

Sin embargo, la permacultura está desbocada. Tupinambospaw-pawpatatas aéreasmoringa, y un largo etcetera, que hace que la cesta de la cosecha del permacultor parezca la balda de verduras exóticas de algún centro comercial de postín. Reconozco que me encanta y busco semillas y plantas de esto y de lo otro compulsivamente. Tengo un libro que se llama Creating a Food Forest que entre otras cosas tiene un listado de plantas de todo el mundo que podríamos tener en nuestro bosque de alimentos, y que no solo se limita a la alimentación, sino a plantas que de alguna manera podrían sernos útiles porque podemos ganar con ellas medicinas, mimbres, fibras, alimento para abejas, jabón, corcho, setas, etc.




Mi nueva adquisición



Y, ¿todo está está tan realmente al alcance de la mano como adoctrina la globalización? Pues no, aunque nos cueste entenderlo, y aquí va mucha carga de ironía, tenemos limitaciones.

Uno de los factores más limitantes para el cultivo de una planta es el frío, otro es el agua, otro el suelo, otro las horas de luz. La permacultura tiene trucos para casi todo pero mover la inclinación del eje terrestre para conseguir un reparto de los rayos solares con el fin de tener una temperatura equilibrada por todo el planeta todavía no está dentro de sus capacidades. Así que, aunque podamos en un abrir y cerrar de ojos mover las plantas de sus ecosistemas nativos, donde encajan como un guante, hasta nuestros cultivos, el frío o el calor que tengamos en nuestra área puede que las mate o no las deje prosperar. Por eso, es importante saber dónde estamos y de dónde vienen las plantas.

El USDA (United States Department of Agriculture) hizo en 1990 un gran trabajo en ese sentido. Creó 11 zonas, diferenciándolas por su temperatura mínima, en concreto por la media de las temperaturas mínimas invernales en los años anteriores. Y estas zonas abarcan todos los climas que se dan en su país.

Tal y como dicen aquí estas zonas son informativas: la temperatura mínima del invierno es uno de los factores más decisivos para saber si una planta puede ser cultivada en el exterior en una determinada localización. Sin embargo, las zonas de rusticidad del USDA tienen inconvenientes, si no se usa información suplementaria: las zonas no informan de los niveles de calor estival, tampoco de los días de helada. Por supuesto, la temperatura media es solo una orientación porque durante un periodo de tiempo, aunque sea un par de días, si la temperatura baja muy por debajo de lo que dice la media, te puede hacer una faena, sobre todo en plantas que están muy al límite. Pero como aproximación es una muy buena referencia.


Estas son las zonas del 1 al 11 y también sus subzonas para afinar más


Zona de rusticidad USA y Canadá


Las zonas de rusticidad de Europa

En Europa apenas hay zona 11

Las zonas de rusticidad de China

En China tienen de 1 a 11 también


La siguiente serie de mapas los he sacado de esta página donde se pueden buscar los mapas de las zonas de rusticidad de muchos lugares del mundo.

Subcontinente indio
USDA India Pakistan Bangladesh Nepal Plant Hardiness Zone Map
Se ve bastante mal pero las zonas de la India
van de 6 a 13

Oriente Próximo y Oriente Medio

Las zonas van de 5 a 13

África

USDA Algeria Angola Benin Botswana Burkina Faso Burundi Cameroon Cape Verde Central African Republic Chad Democratic Republic of Congo Republic of Congo Cote d'Ivoire Djibouti Egypt Equatorial Guinea Eritrea Ethiopia Gabon Gambia Ghana Guinea Guinea Bissau Kenya Lesotho Liberia Libya Madagascar Malawi Mali Mauritania Mauritius Morocco Mozambique Namibia Niger Nigeria Reunion Rwanda Sao Tome and Principe Senegal Seychelles Sierra Leone Somalia South Africa South Sudan Sudan Swaziland Tanzania Togo Tunisia Uganda Zambia Zimbabwe Africa Plant Hardiness Zones Map


Sudamérica





Australia

USDA Australia Plant Hardiness Zones Map




El mapa siguiente proviene del fantástico y completo trabajo de José Manuel Sánchez de Lorenzo-Cáceres del 2004 donde estudia muy detalladamente cada provincia española, creando su propio mapa de rusticidad con mucha mayor resolución que lo que circula por internet. Además, hay una lista enorme de plantas tanto ornamentales como alimenticias con las zonas de rusticidad en las que pueden prosperar en mi país. Es muy recomendable. 

Este bosque de alimentos está dentro de una zona 8.





De este modo, conociendo cuál es nuestra zona, podemos ver si la planta que queremos introducir encaja dentro de ella. Si anda al límite, siempre la podemos situar dentro un microclima que hayamos creado: al resguardo, cerca de piedras o de depósitos de agua con suficiente inercia térmica para recoger calor por el día e ir soltándolo por la noche, un invernadero, etc. Además del libro que he mencionado anteriormente, también consulto mucho en la página Plants for a future que tiene una base de datos increiblemente amplia, presumen de contar con 7000 plantas. Por muy difícil que sea nuestra zona, algo encontraremos para ella, sin duda.

Bueno, hasta aquí todo muy estructurado y muy fiable, parece una buena guía. Y lo sería, si tuviéramos unas condiciones climáticas estables. Soy una persona que tiendo al optimismo, pero no quiero estar ciega ante la evidencia: el clima está cambiando. Al menos en España todos hemos sido conscientes este año de que el verano se ha prolongado hasta bien entrado el otoño y que el invierno ha estado lleno de preciosos días primaverales.

Aquí en Bilbao, desde donde escribo, las floraciones primaverales se han estado dando en diciembre (al comienzo del invierno en el hemisferio boreal) y ha sido una temporada muy seca. Las regulares lluvias otoñales han brillado por su ausencia, podréis verlo cuando cuelgue allá por mayo una entrada que voy preparando de cómo se habrán ido llenando o no los depósitos. Ahora está lloviendo con ganas y ha bajado la temperatura. Todavía queda invierno pero hasta ahora la zona de Burgos donde tengo el bosque de alimentos se está comportando este año diría que como una zona 9, con muy pocos días de heladas.

Y esto no es solo aquí. Más allá de nuestra percepción local en este año, la propia USDA ha vuelto a confeccionar en el 2015 el mismo mapa de zonas de rusticidad con las temperaturas de los últimos años y se ha encontrado con amplios cambios en la dirección del calentamiento. Aquí tenéis la comparación entre ambos mapas de 1990 y de 2015:

Differences between 1990 USDA hardiness zones and 2015 arborday.org hardiness zones

Nadie sabe qué va a pasar ni hacia dónde se moverán las temperaturas. O si van a desaparecer los estables patrones climáticos que nos han acompañado en los últimos milenios y que en gran medida han contribuido al florecimiento de la agricultura, para ser sustituidos por otros que aun no conocemos. Si esto dañará los ecosistemas de manera irreparable o no. Nos tendremos que adaptar y hacernos lo más resilientes que podamos. Y disponer de un bosque de alimentos bullendo de biodiversidad puede ser una buena manera de intentarlo. Siento el tono pero es que estoy preocupada. 

2 comentarios:

  1. Gracias por la referencia al trabajo de José manuel Sánchez. No lo conocía.

    Un beso,
    Lucía

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